Domingo 30 de julio de 2000 OPINION
A todo riesgo

JOSE DAPENA. Profesor de la Universidad del CEMA

El tema de entrepreneurship está en el tapete. Jóvenes, y no tanto, inician sus propias empresas y sueñan con hacerse millonarios. El escenario es propicio: el avance tecnológico crea desajuste en las estructuras económicas convencionales (esto es: la empresa en la que hoy trabaja puede dejar de ser negocio mañana) y esta situación de cambio da lugar a la existencia de nuevas oportunidades que esperan ser aprovechadas. Sin embargo, en la realidad las cosas no son tan fáciles como se las pinta a nivel teórico. Es una actividad riesgosa; implica que la persona debe estar preparada para darse bastantes golpes y recuperarse. Se intuye que el argentino es conservador (aunque no lo reconoza abiertamente), y esta característica cultural repercute en los emprendedores en la Argentina. Las universidades, en respuesta a este fenómeno, están incorporando materias y eventos relacionados con entrepreneurship en los programas de negocios. La Universidad acompaña el fenómeno porque no sólo debe formar gerentes (que hacen a un sector del mundo empresarial) sino también a emprendedores. Pero ¿por qué esto merece ser estimulado a nivel académico? Porque día a día descubren que hay una gran brecha entre las expectativas que tienen las personas sobre el desarrollo de sus negocios, su ejecución y su éxito. Conocí recientemente por una actividad que hizo la Universidad, varios grupos con excelentes ideas de negocios. La amenaza principal para estos grupos era que su idea fuese robada. Sin embargo, que a uno se le ocurra una idea de negocios no significa que sea la persona adecuada para llevarla a cabo. Los integrantes de estos grupos no podían argumentar con elementos concretos por qué pensaban que ellos eran las personas adecuadas para desarrollar la idea: les estaba faltando el ingrediente fundamental que guía al emprendedor, su capacidad inimitable de ejecución. Es bastante difícil convencer a un mercado de que financie un proyecto si uno no está seguro de las capacidades propias para ejecutarlo con éxito. La Argentina es un terreno fértil para los emprendedores, y existen grandes oportunidades que sólo están esperando que alguien se ponga a trabajar en ellas.


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