Las autopistas del capital
En una analogía, si los ahorros fuesen automóviles, el mercado de capitales representaría el sistema de caminos y autopistas del ahorro hacia la inversión.
 Mientras más desarrollado se encuentre el mismo, más fácil será que los recursos lleguen a los proyectos que los necesitan. Inversión y empleo son dos variables que van de la mano y se complementan. El gran desafío que tiene nuestro país en los próximos diez años es generar un piso de aproximadamente u$s400.000 M en inversiones brutas en activos de trabajo y fijos para atender el problema del desempleo y sostener un crecimiento de entre 6 y 7% anual.

Eliminemos al Estado como principal impulsor de la inversión: los hechos nos demuestran que la corrupción, ineficiencia y oportunismo no son los principales impulsores del manejo eficiente de recursos. Más aún, el Estado debería ceñirse en los próximos años a un austero presupuesto para hacer frente al desembolso de fondos originado por la deuda pública (aun reestructurada) interna y externa. Debería ser entonces la actividad privada la que lleve adelante esta inversión, desde tres dimensiones de financiamiento: reinversión de ganancias, aportes de capital y deuda.

El desafío es de financiamiento de estos niveles de inversión. El default aplaudido y los constantes cambios de reglas de juego nos indican que no será fácil contar con inversiones externas (no suficientes). El financiamiento debe conjugar entonces la caída del ahorro externo con incrementos de ahorro interno.

De más está señalar que los referentes que proponen una ruptura con el resto de las naciones e instituciones internacionales (tales como el FMI y el Banco Mundial) deberían exponer también que el peso íntegro de la generación de ahorros para financiar la inversión necesaria para atender el problema del desempleo debería caer sobre nuestra gente, con lo que significa en términos de restricciones al consumo.

Se debería incentivar por todos los mecanismos posibles una actitud de ahorro en la población como factor de interés nacional, que tiene un componente estratégico a nivel nación. En una reciente encuesta del sitio Infobae.com se observa que la mayor parte de los ahorros descansan fuera del circuito productivo (en casas o cajas de seguridad).

En este momento, el ahorrista argentino se encuentra con sólo dos alternativas simples de colocación de ahorros: el dólar y las Lebac. La situación actual es ineficiente a nivel agregado: necesidad de inversiones y empleo, y ahorros subutilizados.

Lamentablemente nos encontramos con el fenomenal inconveniente de que el sistema de intermediación financiera por bancos está completamente desacreditado y desarticulado. El reemplazante natural es en consecuencia el mercado de capitales. Su desarrollo (y sobre todo de inversión en acciones de empresas) es prioritario en el actual contexto.

En cualquier economía desarrollada existen incentivos de ahorrar y canalizar el mismo hacia actividades productivas utilizando el mercado de capitales (distinto hubiese sido si en noviembre de 2001 el público en general hubiera estado más diversificado en sus ahorros).

En este escenario, existen tres pilares sobre los que debería pivotearse para facilitar el acceso (la autopista) del ahorro hacia la inversión: la protección al accionista minoritario con un adecuado y moderno control de prácticas corporativas, la eficientización del uso de los mercados de capitales (incluyendo los regionales) para que hasta la empresa menos sofisticada y el inversor más simple tengan la opción de su uso, y sobre todo la educación del público inversor. De más está decir que es necesaria una Justicia eficiente e independiente con respeto a los derechos de propiedad.
 
* Profesor de economía y finanzas UCEMA