La informalidad afecta al crédito
La escasez de crédito afecta las posibilidades de recuperación de la economía argentina, en la medida en que restringe el financiamiento de consumo, inversiones en capital de trabajo y con un horizonte más amplio, inversiones en activos fijos.

En su esencia, el contrato de crédito es un instrumento de cumplimiento diferido en el tiempo, por lo que requiere de un horizonte previsible y estable en la economía y reglas de juego para su desarrollo.

El principal demandante histórico (el Estado) no necesita del mismo por el momento, lo que da lugar a un exceso de liquidez en los bancos que deben orientar su negocio principalmente a prestar al sector privado, y en especial a sujetos y empresas pequeñas y medianas (gimnasia a la que no están muchos muy acostumbrados), estas últimas por su carácter estratégico en la creación de empleo.

En este camino se orienta el cambio en la regulación del Banco Central, que elimina el sesgo hacia este sector, ya que el capital prudencial a inmovilizar por cada banco por unidad de crédito otorgada es igual independientemente de quien lo solicite (originalmente, por ejemplo, por cada 100 pesos otorgados en crédito, si era aplicado a bonos del Estado, un banco debía inmovilizarse aproximadamente $3 propios, mientras que si era otorgado a una Pyme, debía encajar aproximadamente $29 con el obvio incremento en sus costos).

Sin embargo, las restricciones de acceso al crédito están dadas también desde el lado de la demanda. Los privados se encuentran menos dispuestos a endeudarse dada la incertidumbre reflejada en las tasas; y desde las empresas medianas y pequeñas, a pesar de necesitar financiarse, no todas califican adecuadamente.

Este es un punto relevante, centrado en la calidad del sujeto de crédito; en general, las pequeñas y medianas empresas no cuentan con sistemas de información, y no manejan instrumentos de gestión básicos tales como el presupuesto (estudios sectoriales muestran que un 50% de empresas no confecciona presupuesto ni flujos de fondos anuales).

Por otro lado, gran parte de sus actividades se realizan de manera informal, tanto en los aspectos impositivos como de seguridad social.

La evasión es significativa y el trabajo en negro alcanza a casi la mitad de los asalariados, afectando la capacidad de crédito del empleado y de la empresa, siendo en estas condiciones difícil encontrar receptores adecuados otorgando créditos de manera indiscriminada, ya que los pasivos contingentes pueden ser representativos (en la Bolsa de Comercio, los proyectos Pyme que ingresan para ser analizados en mucho casos no satisfacen estas normas mínimas).

Por ello, gran parte de la estructura de financiamiento de estas empresas descansa a través de fondos generados internamente y del crédito de proveedores (aproximadamente 60 y 33% respectivamente), instrumentos que no se encuentran sometidos a una evaluación crediticia rigurosa por la naturaleza de ser fondos propios o de corto plazo.

Respeto de los contratos
En el desarrollo del mercado de crédito y de capitales es fundamental la seguridad que los derechos de las partes contratantes (deudores y acreedores) se van a respetar y la calidad y transparencia de los demandantes.

Las empresas pequeñas y medianas cumplen un rol fundamental en la creación de empleo y en el aprovechamiento de oportunidades de negocios, pero para ser sujetos activos de dichos mercados es determinante que cuenten con capacidades de administración y organización utilizando activamente instrumentos de gestión, capacitándose para brindar transparencia en sus operaciones.

Por su parte, el Estado debe contribuir evitando la informalidad en el empleo y la evasión impositiva, propiciando que las mismas realicen sus operaciones de manera formal y regular.