La Destrucción de la Convertibilidad
Carlos Alfredo Rodríguez
Ambito Financiero, Julio 31 2002

Mi buen amigo y compañero de estudios (en Chicago) Michael Mussa acaba de liberar a la sociedad argentina de su mas grande preocupación: la búsqueda de un chivo expiatorio para la crisis actual. En su reciente obra: "Argentina and the Fund:From Triumph to Tragedy" el ex-funcionario del IMF expone una visión fiscalista de la crisis argentina según la cual la Convertibilidad fue ahogada por la fuerte expansión del gasto público, el déficit y la deuda pública durante la década del 90

Concuerdo con Mussa en que el gasto público era alto, la evasión impositiva era alta, no había flexibilidad salarial, etc. Creo haber contribuido ampliamente al debate público de esos temas durante mis dos años en el gobierno en 1996-98. Todos estos temas eran de dominio público y objeto de estudio por parte de los analistas especializados. El gobierno de la Alianza no recibió ninguna sorpresa cuando asumió el gobierno el 10 de Diciembre de 1999.

La política económica seguida durante la década del 90 era simple y conocida por todos, tanto que se la llegó a llamar "piloto automático". Si esa política era mala, la economía debiera haber explotado mucho antes. Pero no lo hizo. Algo ocurrió el 10 de Diciembre que no estaba previsto ni anticipado por los mercados. Ese evento sorpresa es lo que destruyo a la Convertibilidad y sumió a la Argentina en la mas profunda crisis de su historia.

El error de Mussa está en concebir el proceso económico Argentino como un proceso continuo de gradual deterioro, llegando finalmente a la crisis actual. Eso lo lleva a decir que si Menem hubiera ajustado fiscalmente durante los años de bonanza de 1996-98, entonces De la Rua no habría tenido que tomar las drásticas y erróneas medidas que tomó. Creo que acá está el error básico del análisis de Mussa: no prestar atención a la sorpresiva demostración de incompetencia técnica y pobreza intelectual del gobierno de la Alianza.

En mi interpretación la Alianza iba a destruir cualquier cosa que les dejaran, por buena que esta fuera. Si los dejaban gobernar Suiza, hubieran destruido la economía Suiza. El triste rol del Chacho Alvarez, la vuelta de Alfonsín al poder, el maquillaje ético de Fernández Meijide y el autismo de De la Rua fueron los verdaderos shocks no anticipados por los mercados que generaron el proceso de destrucción de la Convertibilidad. El 10 de Diciembre de 1999 se abrió la Caja de Pandora.

La Alianza trató mediáticamente de justificar su incapacidad apelando a la terrible herencia recibida de la decada del 90. La realidad es que el Gasto Público Primario Consolidado como fracción del PBI no aumentó un ápice entre 1991 y 1998 (segun datos del Ministerio de Economia elaborados durante la gestión de Cavallo). En 1999 solo aumentó 1% del PBI a pesar de la fuerte caída del PBI inducida por la crisis financiera internacional y la devaluación Brasilera. La producción industrial estaba en fuerte crecimiento durante el segundo semestre de 1999 y el 10 de Diciembre la prima de riesgo país había descendido a 610 puntos básicos. El nuevo gobierno recibía un gasto público relativo al PBI prácticamente idéntico al de una década atrás , una economía en recuperación y una prima de riesgo país 10% inferior a la del promedio de países de la región.

Tres años después del cambio de autoridades la prima de riesgo país se multiplicó por diez, el PBI cae al 15% anual, el desempleo subió 50% y se agotaron las reservas internacionales libres (las pocas que hay son casi todas prestadas). Todas estas desgracias a pesar de que el gasto público primario bajo 2% del PBI y se dejó de pagar la deuda externa.

Si el gobierno de Menem había dejado una mecha encendida, ¿por que la prima de riesgo país del 10 de Diciembre no lo reflejaba y la producción industrial crecía 14% entre Julio y Diciembre de 1999(una tasa anualizada de 37%, EMI desestacionalizado INDEC)? Si el gasto público era alto e inconsistente con la estabilidad del sistema financiero cabe preguntarse ¿como fue posible que grandes bancos internacionales hayan pagado fortunas para comprar los bancos nacionales y así poder sentar base en una economía por entonces pujante? Es fácil ex-post buscar algún indicador para echarle la culpa de todo lo que pasó, pero también es fácil equivocarse en esta interpretación simplista.

Recuerdo que cuando estudiábamos con Mussa en Chicago en 1970 se estaba recién desarrollando la Teoría de las Expectativas Racionales según la cual los efectos de todo evento ya ocurrido y conocido están incorporados en los indicadores económicos corrientes: la prima de riesgo país del 10 de Diciembre de 1999 incorporaba toda la información sobre las finanzas públicas de la decada del 90. Si la prima de riesgo país se decuplicó posteriormente debe haber sido porque surgieron nuevos elementos de información: por ejemplo un cambio en las reglas del juego que significó pésimas políticas económicas a partir del 10 de Diciembre de 1999.

El cambio en las reglas de juego es lo que destruyó la convertibilidad y fue llevado a cabo en forma casi deliberada por un grupo de inconscientes que no midieron la gravísima consecuencia económica y social de sus actos. Machinea (respaldado por Alfonsín), en busca de revancha por la debacle del 89 inventó el tema de la herencia recibida y lo exageró al punto de condenar todo lo actuado en la decada del 90. Cayó preso de su propia invención y se vio forzado a contrarrestar tanta "malaria fiscal" heredada aplicando el nefasto impuestazo, medida entonces aplaudida por el FMI.

El impuestazo, la condena a las políticas de mercado y la vuelta al endiosamiento de las "políticas activas" prendió la luz roja entre los inversores. Se abortó la incipiente recuperación y comenzó la salida de capitales. Paradójicamente el gasto público bajó pero la economía y las finanzas no se recuperaron. Lo mismo había pasado en 1988-89 durante la debacle de Alfonsín : ¡una cosa es que baje el gasto porque hay una decisión política y otra es que baje el gasto porque no hay plata para pagar!.

En medio de una debacle tributaria y corrida bancaria, Machinea prudentemente renuncia y es reemplazado por Domingo Cavallo el cual hacía ya tiempo estaba maquillado esperando detrás del telón. Cavallo también venía por la revancha después de haber sido despedido por Menem en 1996. El sistema económico que Cavallo había ayudado a construir en 1991-95 era tan bueno que fue capaz de continuar funcionando sin Cavallo a partir de 1996. Esto el ego de Cavallo no podía perdonarlo y se abocó a la tarea de destruirlo (piadosamente digamos que no lo hizo de manera consciente).

Lo primero que hizo fue declarar que el ideal de la Convertibilidad era la flotación libre y luego embistió contra el Presidente del Banco Central (único miembro que quedaba del equipo económico que lo reemplazó en 1996). El ataque a la Convertibilidad y a la autonomía del Banco Central sentaron las bases para una seria crisis financiera y agravaron la caída del sector real. En su desesperación Cavallo profundizó el abandono de la economía de mercado y la vuelta a las políticas activas discrecionales a través de los planes de competitividad. Su mesianismo lo llevó a tratar de controlar personalmente todos los aspectos de la vida económica y política de la nación. En esto lo ayudó la incapacidad y desorientación de De la Rua y del resto de los políticos de la Alianza. De estos días negros de nuestro pasado reciente recordaremos los superpoderes, el déficit cero y la intangibilidad de los depósitos.

El Corralito es un hecho inédito en la historia económica de las naciones y marca el final de Cavallo y de la Alianza a través de otro hecho inédito: un gobierno tumbado por cacerolas. Finalmente las pésimas políticas de la Alianza ejecutadas por Machinea y Cavallo lograron el protagonismo que tanto buscaron y pusieron a la Argentina en la primera plana mundial.

La caída de De la Rua abrió las puertas para la entrada de los lobbies y el populismo. El default de la deuda, la devaluación y la pesificación asimétrica son horrores fácilmente anticipables dado el proceso sistemático de destrucción del tejido socioeconómico perpetrado durante los dos años anteriores.

Una vez abierta la caja de Pandora, nadie la ha podido cerrar.