COMENTARIOS DEL DIRECTOR
Inspiración
cinematográfica
Después de mi cortometraje, "Les Tombales", estaba
buscando algún tema para un largometraje. Me di cuenta de
que las notas que tomaba se referían sobre todo a mi primera
infancia, a las emociones que experimenté entre los cuatro
y los ocho años. Por otro lado, debido a mi formación
musical, yo tenía muchas ganas de contar una historia relacionada
con la música. Así que esos dos temas, la infancia
y la música, son los que me llevaron lógicamente a
recordar "La cage aux rossignols" (Jean Dréville,
1945), una película que vi a los siete u ocho años,
en 1970-1971, en una de las dos cadenas de televisión de la época,
y que me emocionó profundamente. Casi olvidada, la película
ha conservado sin embargo
su encanto y, además, no ha sido
sacralizada como una 'obra maestra del cine francés', lo que
hacía que su adaptación fuera menos peligrosa. He mantenido
sobre todo dos cosas:
la emoción que despiertan las voces
de los niños y el personaje del músico fracasado que
a pesar de todo se esfuerza por cambiar el mundo de los que le rodean.
Esto es lo que más me gusta del cine, y lo que tienen en común
mis películas preferidas: ¿cómo puede contribuir
un individuo a mejorar el mundo? Sé que el cine no puede cambiar
las cosas, pero puede despertar las ganas de intentarlo. Me gusta
salir de ver una película con ganas de identificarme con el
personaje principal. La enseñanza de Clément Mathieu
no se limita a unas simples lecciones de música sino que es
una lección de vida. En Los coristas hay tres temas: la primera
infancia,
la música y la enseñanza.
1949
Situar la película en esa fecha no es casual. Después
de la guerra se constituyeron los famosos centros de reinserción
llamados comúnmente correccionales. En esa misma época
se creó la Protección Judicial de la Juventud (PJJ),
que confirió a los niños de un estatuto jurídico
distinto del de los adultos. Eran los comienzos de una especie de
psiquiatría infantil oficial, con todos los errores que eso
lleva consigo. Por ejemplo, se definían perfiles psicológicos
con una preocupación, que se pretendía loable, de observación;
métodos que evoco en la película
y que ahora nos parecen
lamentables. El final de los años cuarenta es una época
traumatizada: se acababa de salir de la guerra y, como en todos los
períodos de crisis, los padres tenían otras prioridades
que la educación de los hijos. En ningún momento se
nos ocurrió adaptar la historia a nuestra época: en
primer lugar habría que abordar el universo de las ciudades,
de la reinserción, de la integración, de la delincuencia,
y además, hoy Clément Mathieu sería un educador
con otras prioridades: no tendría nada en común con
un profesor de música de los años cincuenta.
Los niños
Desde el principio tuve claro que el papel del solista fuera para
un verdadero cantante. Sabía que sería muy difícil
encontrarlo, pero tuve una suerte enorme: en nuestro viaje por Francia
buscando a los mejores coros para elegir al que tenía que
grabar la banda sonora original de la película, descubrimos
al joven Jean-Baptiste Maunier, solista de los Petits Chanteurs de
Saint Marc en Lyon. Su voz es excepcional y muy conmovedora, y como
sus pruebas para el papel fueron concluyentes, ni lo dudé.
Para el resto del coro, yo no quería a jóvenes actores
profesionales porque me gusta la parte de juego que hay en los niños
y que se escapa de la sistematización. Buscamos a los niños
en los mismos lugares de rodaje de Auvernia. Tras la audición
de más de dos mil niños, pude distribuir los papeles
y descubrí entre ellos auténticos actores.
La música
Empezamos a trabajar la música con Bruno Coulais en septiembre
de 2002, nueve meses antes de empezar el rodaje. Queríamos
huir de la imagen de niños de coro asociada con canciones
de navidad y veladas junto al fuego. Había que fortalecer
la música y no utilizar prácticamente el repertorio
existente. Se supone que la música está compuesta por
Clément Mathieu, un buen músico pero que ciertamente
no se cuenta en la vanguardia de las corrientes musicales. La música
era muy importante en la película y había que mostrar
los progresos del coro
y componer una música sencilla y sin
pretensiones jugando más con la emoción que con la
investigación estilística.
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